Juan trabajaba en las oficinas de Iberia del Hotel Luz Sevilla, un pequeño despacho que tenía dos entradas, una que daba al hall del hotel y otra al pasaje Villasís, donde estaba el cine del mismo nombre y que ahora se llama de Paco Molina. Evidentemente: casa con dos puertas, mala era de guardar… Por aquellos años de soltero vivía en la pensión Vadillo, esquina Tarifa con Amor de Dios.
Un día se presentó en el despacho de Manuel Benítez Salvatierra, que a la sazón dirigía la emisora de radio “La Voz del Guadalquivir” y el Diario “Pueblo”, delegación de Sevilla. Le habló de su interés por hacer cosas de periodismo y César del Arco, seudónimo de Salvatierra (el padre de Nina), lo puso en contacto conmigo. Más bien diría que en mis manos. Es decir, que me encargara de él… Yo era entonces jefe de programas y servicios informativos de LVG. Ahí nos conocimos. Y pronto escribió el primer artículo de su vida a título de prueba y le sugerí que él mismo lo leyera ante el micrófono en el transcurso de mi programa “Club Madrugada” que se emitía de 11 de la noche a 2 de la madrugada. Y detrás vinieron muchos más. Juan terminó por ser colaborador habitual en la radio.
Tardó un poco en soltarse ante el micro, pero lo consiguió. Luego le pedí colaboraciones para mi programa informativo “Aquí la Giralda”. Más tarde hicimos los dos juntos y a la limón, un espacio nocturno de reportajes callejeros que titulamos “Los comandos de la madrugada”. Entrevistas a taxistas, noctámbulos, camareros, a la “chester” que vendía tabaco en la Campana… Recuerdo uno que hicimos desde La Cuadra de Paco Lira cuando estaba en Santo Domingo.
Viviendo de lleno la radio, volvió a hablar con Salvatierra y se metió en el Diario “Pueblo”, haciendo entrevistas y mesas redondas sobre temas varios de actualidad sevillana. Y así estuvo un buen tiempo.
En cierta ocasión hicimos juntos un viaje a Galicia. Yo rodé con mi cámara todo lo que pude y al regreso monté un documental y él escribió el guión. Creo que fue su primer contacto con el cine y la narrativa. Animados por el resultado hicimos una película que se tituló “El disc-jockey”. Yo rodé y dirigí, él escribió el guión y la protagonizaron Luis Baquero, su mujer Luchi (hija de Salvatierra y hermana de Nina) y sus entonces retoños, César y Alejandro. La película se cargó de premios por distintos festivales de cine: Murcia, Olot y Sevilla.
En 1975, en el Festival Giraldilla obtuvo: Premios a la mejor película, mejor interpretación, mejor dirección y mejor guión para Juan Teba. Era su segunda incursión en este campo.
Antes de terminar, no quiero dejar atrás sus salidas imprevisibles. El día que mataron a Carrero, entró al mediodía en el bar Victoria y dijo: ¡Compañeros: Uno menos! Y allí estaba uno de la social de la Gavidia que, como vestían igual que los dependientes de El Corte Inglés, pues no se notaban. (Camuflaje). Y el susodicho fue y llamó a Salvatierra y le dijo:
–Uno de los tuyos ha dicho esto, tal y cual... ¿Procedo?
Y Salvatierra le contestó:
–Como te atrevas a tocar a uno de los míos te machaco…
Al rato me llamó Salvatierra:
–Vamos a ver. O le dices a este tío que aprenda a callarse o ya está en la calle.
Yo llamé a Juan y le puse sobre aviso. Por supuesto Juan se enfadó con Salvatierra y conmigo. Cuando por la tarde Salvatierra llegó a su despacho me llamó y me dijo:
–Desde luego no lo voy a echar. Pero tened todos más cuidado, él y tú, porque el problema no solo es para vosotros, sino para mí, ¡coño!
Y no pasó nada más. Juan continuó con Salvatierra. Nuestro director, nuestro “jefe” como le llamábamos cariñosamente, era un liberal que se había visto metido en el sistema…
A fin de cuentas todo esto está ya contado en varios de mis libros sobre la Historia de Sevilla.
Por tanto: La extraordinaria carrera profesional de Juan Teba de Montes, madrileño, sevillano y de La Palma del Condado, se inició a finales de los 60 en “La Voz del Guadalquivir”, en “Diario Pueblo” y en La Cuadra de Paco Lira, en las circunstancias que he intentado recordaros a todos vosotros y, a la vez, convertirlo en mi humilde homenaje a su memoria.
Lo del “Correo…”, punto en el que arrancan los historiadores de ahora, fue algo posterior…
Espero que la memoria no me traicione. Estamos hablando de hace casi medio siglo…
¡Va por Juan!
Joaquín Arbide