Enero,
2015.
A Luis Gordillo lo conocí personalmente a finales de los 50, en una muestra que
colgó en lo que entonces era la sala de exposiciones de la Delegación de
Información y Turismo, situada en esa pequeña y bellísima casa de Aníbal
González de la Avenida de la Constitución, situada junto al arquillo y frente
al edificio del Coliseo, que ahora alberga una oficina de información turística
y una heladería…
Allí estaba Luis, solo, sentado en un butacón. Llegamos un grupo de compañeros
de “Preu”. Miramos aquellos cuadros entre mudos y absortos. No sabíamos ni qué
decir, ni qué pensar. Alguien dijo: “Ese es el autor”. Más miedo y más respeto.
El más arrojado se dirigió al artista, que se enfrentaba solo contra el mundo,
y le preguntó qué significaba un determinado cuadro, cuando en el fondo todos
se asemejaban tanto… No recuerdo más. Luis lo debió comprender. Queríamos
hablar aunque desde nuestra más supina ignorancia. Y él nos contó una serie de
cosas, con paciencia y con esa humanidad que siempre me recordó y me recuerda a
Carlos Saura, el cineasta.
No tuvo que pasar mucho tiempo para darme cuenta, a través de mis clases de
Arte en la Facultad de Filosofía y Letras impartidas por don José Hernández
Díaz, que Gordillo era ya un superhombre que volaba sobre los esquemas
imperantes en una Sevilla estrecha que no se podía desviar de los cánones más
clásicamente establecidos. Ese era el talante que mandaba en las exposiciones
de otoño y en los premios que se organizaban en la ciudad. El que se salía de
la imagen, no salía en la foto.
Aquel Gordillo de la Sala de Información y Turismo desafiaba ya los
convencionalismos del momento y se enfrentaba consigo mismo, a sus dudas como
artista… Al final optó por una dedicación plena y constante a la pintura. Por
ahí se decantó y por ese camino llegó a la absoluta profesionalización y al
reconocimiento de su obra.
Precisamente en esa Facultad y estudiando ese curso habría de conocer a José
Manuel Rodríguez Gordillo, hermano del pintor y ahora comisario de su exposición
“Cabezas”. José Manuel alternó su cátedra de Historia Moderna de España, con
los trabajos de ordenamiento de los archivos de la Fábrica de Tabacos de
Sevilla. ¡Buen compañero de carrera y gran deportista!
En 1963, Luis ya empezó a trabajar en estas “Cabezas” con el deseo de no dejar
influenciarse por nadie y de seguirse a sí mismo. “José Manuel tuvo la idea de
montar esta muestra y a mí me pareció estupenda”, ha dicho el pintor, quien
agregó que “entre los fondos reunidos en el Alcázar hay que destacar la primera
obra del pop-art que se hizo en España, antes que Eduardo
Arroyo y el Equipo Crónica.”
En las “Cabezas, el pintor expresó su obsesión por la psicología, el desarrollo
de su persona y el conocimiento de los problemas y sus soluciones…”
La obra de Gordillo está muy relacionada con su autobiografía. Inició esta serie de cuadros cuando empezó con el
psicoanálisis. Por ejemplo: hay una cabeza que está hecha por delante pero no
por detrás, como si la persona estuviera hueca y sin terminar… Algunas sonrisas
afloran en algunos de sus cuadros, como si con ello quisiera huir del miedo que
le pueda suponer lo que está pintando.
Gordillo, como todo artista inquieto, anduvo con los estudios de Derecho y con
el deseo de volcarse con la música a través de otra gran afición que era tocar
el piano. Pero le pudieron las enseñanzas recibidas de maestros como Santiago
del Campo o Miguel Pérez Aguilera en la Escuela de Bellas Artes, en la que no
duraría mucho.
La pintura actual de Gordillo es uno de los modelos recurrentes en los más
jóvenes artistas y una aportación única dentro del mundo de la creación.
Agosto,
2015. La noticia escueta: “El historiador José Manuel Rodriguez Gordillo
falleció el 31 de julio a los 73 años”. (Otro compañero de la Universidad que
se nos va. Así le dije a Teodoro Falcón en un breve correo que le envié nada
más conocer la noticia). Y de un obituario firmado por su hermano Luis,
entresaco algunas frases:
“¿Pero entonces, lo de la muerte es cierto? Estamos tan acostumbrados a las
muertes enlatadas y neutralizadas de la televisión… Pero mi hermano Jose ha
muerto de verdad, después de una enfermedad feroz que se ha ensañado con él… Soy
el segundo hijo de una familia de ocho hermanos. Jose era el quinto, ocho años
más joven que yo. Sartre, Theilhard de Chardin, cubismo, informalismo,
Stravinsky, Bartók, marxismo… Pensé que iría hacia la Historia del Arte, pero crítico
ante la vida, se dedicó a la historia moderna de España, que convertía en casi
vida. Querido Jose: ya no podremos hablar de mil cosas como antes, pero sé que
estarás siempre presente y vivo en mi memoria…”