Los alumnos de la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla que finalizaron su carrera en 1964, han tenido la feliz idea de montar una exposición para celebrar tal efemérides. La muestra estuvo abierta al público en la Sala Villegas de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, sita en la casa de los Pinelo. La clausura tuvo lugar el pasado día 10 de octubre.
Hablar ahora del año 1964, es hablar de medio siglo de Historia y de mucho más de lo que suele durar la vida activa de cualquier persona. En 1964, la juventud universitaria estaba empezando a despertar a la vida. Futuros arquitectos, músicos, médicos, abogados, científicos, escritores, profesores, pintores, escultores, empezaban a abrir los ojos a mundos que se nos antojaban lejanos y difusos. Todos queríamos triunfar y ser los mejores en nuestros trabajos. Algunas actividades nos reunían y atrapaban en un intento de abrirnos más a la cultura y al arte en general.
Por proximidad, pondré el ejemplo de los teatros universitarios. Tras las horas lectivas, un buen puñado de estudiantes dedicaba una parcela de su tiempo para estudiar y ensayar obras teatrales de los más desconocidos y difíciles autores: Buero Vallejo, Camus, Bernard Show, Shakespeare, Ionesco, Becket, Arrabal, Casona, Sastre… Era como la búsqueda de lo desconocido, como la experiencia vital que quizás faltase en las aulas. Las clases, en general, eran rígidas y poco imaginativas. Por tanto, la creatividad se desarrollaba en actividades como el Teatro. La investigación sobre los textos y los autores, la creación de los personajes, de los vestuarios, de los decorados, de la música…
Y aquí es donde quiero rendir homenaje a aquella generación de grandes actores y grandes artistas que surgieron para el teatro sevillano desde la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Grandes personajes y grandes escenografías sobre los escenarios, algunos ya desaparecidos, como el Cervantes, San Fernando, Alvarez Quintero o Lope de Vega… Días de gloria…
A las ocho de la tarde llegaban al salón de ensayos, radiantes y felices, aquellos estudiantes de Bellas Artes, con sus maletitas de madera y los “babys” al brazo llenos de manchas de pintura… Acababan de dejar el caballete para entregarse al arte de la palabra y el gesto… Algunos de ellos optaron por la profesión dramática y la escenografía. Otros fueron buenos pintores o escultores, dedicándose a la siempre bella tarea de la enseñanza, alternando con escapadas por el mundo de la cartelería o la pintura mural. Y exposiciones… Algunos cuadros se vendían…
De aquellos años de dificultades e ilusiones, recuerdo una larga lista de nombres: Manolo Alvarez Fijo, Carmen Bono, Mary Carmen de Pablo, Paco Peláez del Espino, Mary Carmen Medina, Juanita Mangas, Lourdes Cabrera, Juan Antonio Huguet, Roberto Reina, José Luis Pajuelo, Ana Díaz, Juan Valdés… Seguro que alguno se me olvida. Recuerdo otros que no estuvieron en el teatro, pero que han colgado en esta exposición: Enrique Ramos, Margarita Lara, Mª Victoria Hernández Díaz, Angel Cabrera, Elena López, Isabel Blanco, Andrés Quesada…
Sirvan estos renglones de homenaje a tantos artistas que superaron el tiempo de preparación y culminaron su carrera profesional con el mejor de los espíritus y la acumulación de los mejores recuerdos y las más maravillosas experiencias.
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