El pintor sevillano Juan Roldán (El Viso del Alcor, 1940-Sevilla, 2014) ha fallecido en la capital andaluza. Gran paisajista y excepcional cartelista, Roldán ha fallecido a los 74 años. El pintor se formó en Sevilla -en la Escuela de Artes y Oficios- y trabajó sus primeros años en un gran almacén, por lo que su llegada al mundo del arte fue tardía.
Su obra forma parte de importantes colecciones y cuelga en las paredes de entidades como Endesa y Telefónica, además de en los Palacios de Las Dueñas y Liria de la Casa de Alba, en el palacio de Buckingham y en embajadas como la de España en Londres o la de España en la Unión Europea en Estrasburgo, entre otras. También poseen obras de Juan Roldán la familia Real Española por su amistad con la madre del rey Juan Carlos, a la que le pintó abanicos y algunos paisajes.
Su última exposición en Sevilla fue el año pasado, cuando mostró algunas de sus pinturas en el Círculo Mercantil. Antes de eso, hacía muchos años que no exponía en las galerías de Sevilla. Sin embargo llevó el paisaje de El Viso, la esencia visueña, por Londres, Nueva York, Estrasburgo, Madrid, Barcelona o San Sebastián, algunas de las ciudades en las que expuso su obra. Un contrato de exclusividad con una galería de San Sebastián y Madrid y problemas de salud impidieron que mostrara sus pinturas en la ciudad.
Donde sí se prodigó fue en los carteles de la ciudad, en los que reflejaba con gran maestría las tradiciones de la ciudad, con las que se sentía muy identificado. Además, Juan Roldán siempre dejó siempre claro su amor por la ciudad, como aseguró en unas declaraciones a ABC de Sevilla, en las que aseguró que «tenía una gran deuda con Sevilla porque es una ciudad que me lo ha dado todo». También recordaba con cariño haber ganado premios tan importantes como el de la Real Maestranza de Caballería en el año 1993.
Le obsesionaba la luz del sur, de los campos de Andalucía. Eso se veía perfectamente en sus cuadros donde abundaban los olivos, las encinas...». Se mantuvo fiel a sí mismo ese tema hasta el final de sus días. Con su evolución, claro, pero fiel a si mismo siempre.
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