Blas de Lezo, un personaje que parece de película al que sus marineros llamaban «anka motz», «pata de palo» en euskera, limpió el Mar del Sur de piratas como comandante de Nuestra Señora del Pilar, donde se hicieron lenguas de su valor y talento en el combate. En 1734 fue ascendido a teniente general de la Armada y destinado como comandante general del Departamento de Cádiz. Tres años más tarde, zarparía hacia Cartagena de Indias al mando de una escuadra compuesta por dos buques de guerra que daban escolta a ocho mercantes y dos navíos de registro.
Con sólo 6 barcos y 2.800 hombres, el almirante vasco Blas de Lezo, apodado «mediohombre» por faltarle un ojo, un brazo y una pierna, perdidos en el frente de batalla, supo combatir en Cartagena de Indias a la segunda flota más importante de la historia, que formaban 180 buques y 23.600 soldados, e infligirle a la Armada inglesa su peor derrota hasta ese momento. Corría el año 1741 y el marino español, uno de los más importantes de la historia naval española, hacía justicia a su leyenda con una nueva y última hazaña bélica.
El Ministerio de Defensa y el Museo Naval de Madrid han querido rescatar la figura de este marino con una exposición, que puede verse hasta el 22 de Noviembre. La muestra horario de 09:30 a 19:00 horas todos los días de la semana excepto festivos IocaIes, recupera la memoria del Teniente General de la Armada. Blas de Lezo. Este es conocido esencialmente por la defensa de Cartagena de Indias en 1741, plaza colombiana considerada estratégicamente como la "llave de Indias".
No en vano, su victoria sobre la flota inglesa del Almirante Vernon, ocho veces superior a la española, supuso mantener el dominio español en América.
La exposición está estructurada en seis bloques: "Introducción", "Blas de Lezo en el Mediterráneo", "En la leyenda", "En el Pacífico", "La batalla de Cartagena de Indias" y "Blas de Lezo en la memoria". Además, incorpora dos audiovisuales: "Fortificaciones de la ciudad" y "La batalla de Cartagena de Indias". Una estatua de Blas de Lezo de Ferrer Dalmau y su uniforme reglamentario completan la exposición.
Invicto en su extensa vida militar, Blas de Lezo estaba mutilado desde los 25 años por heridas recibidas en combate. Murió a consecuencia de la fiebre amarilla poco después de la batalla de Cartagena, sin el reconocimiento merecido y denostado por su rey Felipe V. Enterrado en una fosa común, desapareció su rastro de la memoria colectiva de los españoles. La Armada honra su memoria con el nombre de una de sus fragatas.
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